En el extremo occidental de Bretaña, donde el Atlántico ruge con fuerza y las corrientes del temido Raz de Sein desafían incluso a los marineros más experimentados, se alzan dos construcciones legendarias: el Faro de la Vieille y la Tourelle de la Plate. Juntas forman una pareja inseparable en la lucha contra el mar, guiando a los navegantes entre escollos y olas gigantescas.
El Faro de la Vieille, finalizado en 1887 tras cinco años de obras titánicas, es una joya de la ingeniería del siglo XIX. Construido en granito rosa procedente de Aber-Ildut, fue diseñado para resistir las condiciones más extremas del litoral bretón. Su torre octogonal de 27 metros se eleva sobre una base sólida anclada en la roca. En su interior, un sistema de escaleras de hierro forjado conduce a la linterna.
La luz del faro, originalmente de aceite y luego de gas, fue electrificada y finalmente automatizada en 1995. Su sistema óptico actual emite un destello blanco cada 5 segundos, visible hasta 18 millas náuticas, ofreciendo una guía vital a los barcos que cruzan este paso peligroso.
A escasos metros se encuentra la Tourelle de la Plate, también conocida como La Petite Vieille. Construida en 1880, esta torre no habitada fue concebida como una baliza complementaria. También hecha de granito, mide unos 9.50 metros de altura y marca un escollo particularmente traicionero. Aunque fue gravemente dañada durante los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial, fue restaurada posteriormente y sigue en pie como fiel compañera del faro.
Aunque no posee linterna ni óptica compleja, la Tourelle está equipada con una señal de radar y sirve como referencia visual para la navegación diurna. Su presencia refuerza la seguridad en una de las zonas más turbulentas del litoral atlántico francés.
El Faro de la Vieille, finalizado en 1887 tras cinco años de obras titánicas, es una joya de la ingeniería del siglo XIX. Construido en granito rosa procedente de Aber-Ildut, fue diseñado para resistir las condiciones más extremas del litoral bretón. Su torre octogonal de 27 metros se eleva sobre una base sólida anclada en la roca. En su interior, un sistema de escaleras de hierro forjado conduce a la linterna.
La luz del faro, originalmente de aceite y luego de gas, fue electrificada y finalmente automatizada en 1995. Su sistema óptico actual emite un destello blanco cada 5 segundos, visible hasta 18 millas náuticas, ofreciendo una guía vital a los barcos que cruzan este paso peligroso.
A escasos metros se encuentra la Tourelle de la Plate, también conocida como La Petite Vieille. Construida en 1880, esta torre no habitada fue concebida como una baliza complementaria. También hecha de granito, mide unos 9.50 metros de altura y marca un escollo particularmente traicionero. Aunque fue gravemente dañada durante los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial, fue restaurada posteriormente y sigue en pie como fiel compañera del faro.
Aunque no posee linterna ni óptica compleja, la Tourelle está equipada con una señal de radar y sirve como referencia visual para la navegación diurna. Su presencia refuerza la seguridad en una de las zonas más turbulentas del litoral atlántico francés.
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