Un terremoto lo derribó en el siglo XIV y su luz dejó de alumbrar la noche. Su luminosidad ha cambiado con el tiempo: del primitivo fardo de leña, pasando por el carbón, las lámparas de aceite de distintos tipos, hasta la electrificación final.
Estos cíclopes de la noche nos han hecho formar la asociación. Todos con el mismo fin y todos distintos. No deja de tener su encanto ver las diferencias que presentan, desde su estructura, pasando por su altura, hasta su ubicación.
Una historia fascinante, unas edificaciones maravillosas, un sentimiento común que nos hacen comenzar esta aventura y compartirla con todo el que se quiera sumar a ella.
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